Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62

26 según el National Union Catalogue, lo tienen solamente la Universidad de Yale, la Biblioteca del Congreso y la División de Música de la Biblioteca Pública de Nueva York, y el ejemplar de ésta se encuentra "mutilado". En lo que resta de este tra· bajo en honor de Alcedo, pueden bosquejarse solamente algunos de los méritos de este tratado de 216 páginas. No obstante, al igual que el inmenso volumen de sus manuscritos musicales que se encuentran arrumbados en la Biblioteca Nacional de Lima y en el archivo de la Catedral de Santiago, su tratado sorprenderá y desper· tará el interés de un lector imparciaL Cada uno de los trece capítulos empieza con un preámbulo de preguntas y respuestas, impreso en letras más grandes que las del texto. Los ensayos (llamados "artículos") incluidos en cada capítulo oscilan entr" uno y ocho en número y llenan 152 páginas en comparación con las 31 dedicadas a los preámbulos "elementales" de preguntas y respuestas. Siguiendo este curso dual, Alcedo ha producido no solamente un tratado profusamente dotado de notas bibliográficas sino también un libro que va más allá de cualquier obra, excepto la que puede utilizar un estudiante superior de posgrado. Entre las fuentes anteriores al siglo XIX que consultó Alcedo, se encuentran Dodekachordon de Glareanus que data de 1547,103 los dos tomos de Kircher de 1650, titulados Mvsvrgia universalis;104 la Llave de la modulacion y antigüedades de la musica, de Soler, de 1762,105 el Dell'origine o delte regole della musica de Eximeno, de 1774 106 y La sciencie et la pratique du plain-chant, de Pierre Benoit de Jumilhac (Pa– rís, Chez L. Bilaine, 1673) siendo este último conocido por Alcedo en la segunda edición de 356 páginas aparecida en 1847)07 Según lo confiesa el propio Alcedo, en su artículo "La Biblioteca Nacional", publicado en el Semanario Musical, 10 (del 24 de julio de 1852) página 1, había encontrado ejemplares de Glareanus, Kircher y Le instilvtioni harmoniche de ZarIino (edición no especificada) en la Biblioteca Nacional de Chile)OS De estos tres, Kircher le fue más útil, quizá porque el polí– mato jesuíta concluía su segundo tomo con un profuso Index Revrum Notabilium (22 páginas). , 1 En general, cita a Kircher y sus otras fuentes con admirable esmero. Pero en la página 125 comete un error ortográfico en la palabra velocibus empleada por Kir– cher, en la 169 usa una doble "s" en diuisiane, en la 172 omite una "m" en cam munes y cambia de duabus por duabus)09 Estos y otros errores cometidos al citar las demás fuentes no perjudican en modo alguno su sentido de la exactitud, espe– cialmente si se acepta nuestra conjetura de que todo el tratado se imprimió en París por una firma llamada Imprenta Hispano-Americana de Rouge, Dunon y Fres– né, Rue du Four-St.- Germain, 43. 110 Cualquiera sea el lugar en que se haya impreso el libro, en París o Lima, la editorial contaba con todos los caracteres musicales, todos los signos diacríticos del francés y las dobles letras en tipo bastardilla y también romano, así como grandes letras mayúsculas de tres tipos, fracciones y corchetes que le permitió presentar una publicación musical cuyo lujo supera a todo lo aparecido en el continente du– rante el siglo Alcedo. A veces los tipógrafos agregaron detalles que no constaban en el original, como por ejemplo, el acento circunflejo sobre la "i" de Traité en la página 154. Aqui Alcedo invoca la obra de Berlioz Grand Traité d'Instrumentatian et d'Orchestration (París, Schonenberger, [1844]). La cÍta que toma de la página 33 de csta obra tiene por objeto iniciar una justa con Berlioz sobre las cualidades emotivas de la clave de do ("grave mais sourd et terne"), do sostenido ("moins terne et plus distingué"), de re bemol ("magestueux"); de re ("gai, bruyant, un peu commun"), y las restantes claves cromáticamente ascendentes. Alcedo reconoce que las cuerdas

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