Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62

24 guientes puntos: 1) los motetes estaban en espafíol; 2) el estilo de la música canta– da el 7 y 8 de diciembre era disoluto y ofensivamente teatral. Por lo que concierne al punto 1, nadie discute la legislación papal ni los decretos de la Sagrada Congregación de los Ritos en favor del latín. No obstante, esta misma legislación autoriza cxcepciones cuando se contraviene la costumbre local. En Es– paña (digan lo que digan), donde se ha cumplido la legislación litúrgica con más diligencia quc en cualquier otra parte, se han autorizado libremente los motetes y víllancicos en español en remplazo de los graduales en la Misa, especialmente el 7 y 8 Y el 24 y 25 de diciembre. Siguiendo la tradición española, el propio archivo musical de la arquidiócesis que se me ha pasado consiste enteramente en música para festividades como Corpus Christi y otras, con textos en vernáculo, siendo las únicas excepciones los Salmos de las Vísperas, el Te Deum, Sacris solemniis, Tata pulchra, la música de la Semana Santa y la de los oficios de difuntos. Como si no bastara el testimonio de la historia, nuestro fiel crítico no pronuncia una sola pa– labra en contra de la música vernácula que se canta constantemente en las demás iglesias de la ciudad, entre otros, los maitines del Oficio Parvo cantado por la aus– tera cofradía de Jesús de la Iglesia Jesuíta. Es más, nada dice de ese conjunto de canciones en español que cantan constantemente los seminaristas, de la colección llamada El mes de María. Y, ¿qué decir de la armonización constante del canto gregoriano en las prohibidas terceras y sextas, que practican los propios seminaris– tas cuando cantan el Vexilla regis? Por lo tanto, mi querido crítico, usted se suma lamentablemente a aquéllos que ven la paja en el ojo ajeno y no ven la viga que tIenen en el propio. Pasemos al punto 2. La mUSlca ejecutada en la iglesia puede calificarse de profana y realmente sacrílega cuando a) es un trozo de ópera, aun cuando la letra sacra remplace al texto original secular, b) es saltarina y bailable, c) es burlesca y satírica, d) cuando la expresión musical estimula los bajos instintos. Dígame entonces, escrupuloso caballero, ¿de qué manera la música cantada viola cualquiera de estas cuatro categorías? La música es el arte de despertar emociones. Su pro– pó,;ito dentro del santuario es incitar justamente las mismas emociones que el texto sacro. Es una bendición que el experto maestro de capilla sepa cómo realzar estos 'iublimes sentimientos. Eso es lo que dice exactamente Athanasius Kircher en el tomo 1, libro 7, cap. 3 de su Musurgia universalis.76 Si usted concuerda en que el gozo es el sentimiento adecuado en la Purísima Concepción, entonces, ¿por qué ha· bría de escandalizar a los fieles la música alegre ¿No sería acaso la presencia de una gran orquesta y de dos luminarias de la ópera la que los ofendió? Ciertamente Ud. no rechaza la música en sí, porque entonces tendría que oponerse también a la iluminación brillante, los ricos vestidos y los órganos utilizados en la ceremonia. De ser así, usted pertenece al grupo de sectarios que despojarían al culto religioso de todos sus valiosos ornamentos. Sin entrar a analizar la razón por que desean deste· rrar del recinto sagrado todo refinamiento en la música, prefiero citar el Salmo 80 [=81], verso 2-4, como una autorización divina a que se utilicen instrumentos. 'To– mad un salmo y producid el adufe, el delicioso salterio con el arpa. Tocad la trompeta en la nueva luna, en el día glorioso de tu fiesta.' Las Crónicas II 5. 12-13 parecen indicar que el Todopoderoso aprobaba la presencia de una gran orquesta en la consagración del templo de Salomón, integrada, según Agustín Calmet, por 22 clases de instrumentos y según Pierre-Louis Ginguiné, por 33.7 7 Posiblemente tam– bIén colaboraran cantantes mujeres, si puede aplicarse el testimonio del propio David en el Salmo 67.25 [=68.25]. En lo que se refiere al 'modelo de lo que es buen canto aceptable y música agradable', la prudencia me impidió que en un al'· tículo anterior protestara contra los defensores de lo que se hizo en los festejos de San Vicente de Paul, aun cuando es bien sabido que la música provocó la cólera

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