Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62
17 Al sonreirle el éxito en las tablas, descuidó casi totalmente sus deberes como maestro de capilla de la Catedral. El 9 de junio de 1843 el deán se quejó de que Lanza no prestaba atención al coro, que su asistencia a las funciones de la iglesia eran irregulares y que no era hombre ajustado. 28 Un mes después, el chantre sugi– rió una solución: designar como segundo organista al mercedario Lorenzo Betolaza, recién llegado de Europa. 29 De los diecisiete músicos al sueldo de la catedral ese aúo, un número desproporcionado de trece correspondía a ,ínstrumentalistas)O La mayoría ganaba extra trabajando de noche en el teatro. Pero, por más que el cabil– do se quejara a la autoridad civil, 31 Lanza gozaba de demasiado apoyo en la alta sociedad amante de la ópera, como para destituírsele fácilmcnte. Sólo Cn 1846 fue posible despedirlo gracias a Rafael Valentín Valdivieso 32 (nacido el 2 de noviembre de 1804; sacerdote el 27 de julio de 1834; administrador de la sede de San tiago el 6 de julio de 1845; arzobispo el 4 de octubre de 1847; fallecido el 8 de junio de 1878). Fue Val divieso, el propio arzobispo electo, quien optó por Alcedo. Tres meses antes, este peruano de 58 aJ10s le babía llamado la atención con una carta publ ica– da en la Revista Católica, H/I00 (22 de agosto de 1846), páginas 423-424, abogando por la implantación de una cátedra de canto en el seminario dc la diócesis, exhortando al cabildo de la catedral a que llenara el archivo con música superior y criticando el capricho de los feligreses que querían que Damián Donayre tocara sólo "lindas marchitas" en los órganos de la catedraL 33 Para obtener los servicios de este refor– mista tan franco, Valdivieso decretó que pagaran a Alcedo una saludable renta anual de 600 pesos, para que se encargara de la enseúanza de los seises y otras fun– ciones relacionadas con el cargo de un maestro de capilla. 34 Era una renta más elevada que la que el Supremo Gobierno estaba dispuesto a pagar. Val divieso decre– tó, por propia autoridad, la renta más alta. 35 En la sesión del 28 de noviembre de 1846, el cabildo confirmó el decreto del arzobispo, deIS de noviembre. En los dieciocho aüos que siguieron, Alcedo no defraudó nunca la confianza de Valdivieso. Entre 1851 y 1861 escribió su obra Filosofía elemcntaL 36 El 30 de julio de 1858 tuvo la satisfacción de ser nombrado profesor del presli8:os0 Seminario Conciliar de Santiago. 37 El 9 de junio de 1864, el arzobispo le concedió una liccncia para ausentarse por seis meses a partir del 1? de febrero, de modo que pudiera conservarse abierto el puesto de la Catedral si deseaba volver en caso de que fra– casara su tercer esfuerzo para reestablecerse en Lima. 38 Después de extender la licencia por tres meses más, el 16 de diciembre de 1864 el arzobispo aceptó Unal– mente su renuncia del empleo de Maestro de Capilla "que ha desempeñado sicrn– pre con puntual asistencia")9 El largo y continuo apoyo que el arzobispo le dio a Alcedo resulla tanto más elocuente si se tiene en cuenta que la opinión de los dos difería diametralmente en 10 que se refiere a un aspecto musical importante, a saber, si todos los instrumen– tos excepto el órgano debían desaparecer de la música de la catedraL Durante los cuarenta aúos que pasó Alcedo en Santiago, ¿cómo eran los órganos que existían en la catedral? Ya que la cuestión del órgano absorbió tanto sus ener– gías, conviene presentar una breve descripción de los instrumentos, que servirá pa– ra aclarar las cosas. En 1960, de los tres órganos que se encontraban en las gale– rías de la Catedral de Santiago, uno de ellos, que databa de 1767, era un instrurnen– to de un teclado de cuatro octavas (F-f3) con un pedal de una octava (C-e). Los siete registros se dividían, a la derecha, en contrabajo, quincena, viola y octava, y a la izquierda, octavina bordón y flautado primero. Un segundo órgano tenía tam– bién un solo teclado pero en cambio estaba provisto de un teclado de dos octavas accionado con los pies. Los seis registros siguientes se encontraban a la derecha del
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