Boletín de la Biblioteca Nacional N° 61 - 62
15 peruanos en la Catedral de Santiago, sin duda gracias al interés de Alcedo, que alegaba conocerlos personalmente. Entre 1788 Y 1818, año en que falleció, Campo y Pando ocupó cargos divtTSOS en la Catedral de Lima. Primero fue reparador y constructor de órganos; luego, el 21 de enero de 1814 fue ascendido de segundo a primer flautista y su sueldo anual aumento a 150 pesos. 13 El 16 de febrero de 1792 (núm. 117) el Mercurio Peruano publicó la primera parte de su notable "Carta sobre la música: en la que se hace ver el estado de sus conocimientos en Lima". En la página 109 se jacta de su ha– bilidad en cortar tubos de órganos que emitían sonidos matemáticamente más jm– tos que los órganos construidos en Europa. Por razones de patriotismo local, pre– fiere al organista huachano José de Orejón y Aparicio en vez del maestro ml!anés Roque Ceruti, que había dirigido la música de la Catedral de Lima desde 1728 a 1760.1 4 Melchor Tapia estuvo al serVICIO de la Catedral de Lima desde 1775 a 1818 (Tapia, y también Campo y Pando, fallecieron en el mismo año). Empezó t::omo cantante y sólo mucho después obtuvo el título de primer organista. El extenso repertorio conservado en el Archivo Arzobispal de Lima contiene Misas con acom– pañamiento de orquesta fechadas en 1796, 1800, 1807 Y 1817 (Kyrie, Gloria, Credo). Campo y Panda está representado por una Misa festiva en mi bemol, también -ir 'chivada allí, fechada 1811 (y nuevamente 1818), un Credo del año 1790, y un Ave María, todos con acompañamiento orquestal. Si se necesitan más pruebas de la resonancia continental de este compositor, digamos que una Misa en re para cuatro voces, violín, oboe, trompa y bajo continuo escrita por Campo y Pando, llegó hasta la distante Sucre. En 1966 todavía se conservaban obras de "Tirado" tanto en el Archivo Arzobispal de Lima (un coro data de 1819), como en el Archivo de la Ca– tedral de Sucre. No en vano Alcedo nombra a estos compositores de principios del siglo XIX como los parangones de su generación. Su propio repertorio conser– vado en la Biblioteca Nacional de Lima y en el archivo de la Catedral de Santiago atestigua la atención con que escuchaba la música compuesta por sus colegas de más edad. Según la información biográfica que aparece en el prefacio de su obra Filosofía elemental, el fraile agustino Cipriano Aguilar le guió en sus primeros pasos musi– cales, pero fue un dominico llamado Pascual Nieves quien lo introdujo a Haydn y Mozart. El 26 de mayo de 1807 hizo votos simples por tres años como hermano terciaro dominico (Lima, Convento Santo Domingo Libro de professiones, consen– timientos, ratificaciones y testamentos. Comenso a 1. de sept. e el aíio de 1748, siendo Provincial N. M. R. P. M. F. Fernando Dávila Doctor en la R. 1 Uni.d de San Marcos). Suponiendo que hubiera tomado el hábito un año antes, como era costumbre, y restando dieciocho años, que es la edad mínima para tomarlo, el año 1788 es la fecha que se obtiene como la de su nacimiento y no 1798 como se dijo ¡antes. Según su propio testimonio, Alcedo empezó a enseñar mlUSIca a los dieciocho!5 años. En esa época, Lima se enorgullecía de tener doce orquestas juveniles inte– gradas principalmente por alumnos de los frailes maestros de capilla de los conven– tos agustino, dominico y mercedario,!6 Entre los mecenas recordados por Alcedo, patrocinadores de "Academias o conciertos semanales en sus casas", se cuenta An– tonio Feliciano González de la Fuente, inventor de la dulcetiorba mencionada en el Diario de Lima del 25 de diciembre de 1791 y el 17 de junio de 1792, y el Marqués de Montemira, rico violoncelista aficionado que donó su colección de violoncelos a un discípulo de A1cedo.l7
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