Boletín de la Biblioteca Nacional N° 43-44

4 noticias públicas, afirma que "más nos interesa el saber lo que pasa en nuestra nac10n, que lo que ocupa al Canadiense, al Lapón o al Musulmano". Por tanto, tendrán "un lugar de pre– dilección las noticias de este reino". El :Mercurio Peruano cumplió el propósito enunciado en su "Prospecto": el de concen– trar hacia el país el interés eminente de la publicación. Sus escritos, típkos del estilo neoclá– sico, son también índice de un nuevo rumbo americano, en cuanto orientan la atención hacia la naturaleza propia y hacia Ja civilización peculiar en bs tierras del Nue'.'O f\.fondo. En el breve prólogo introductorio a esta edición facsimilar, el doctor Carlos Cueto Fer– nandini, promotor de la empresa como Director de la Biblioteca Nacional, glosa el valor de la reimpresión, que, aparte del gran servicio realizado al poner al alcance del lector moderno una obra rara y preciadísima, es exponente de la vitalidad actual de la Biblioteca, que ha sufrido en su pasado tantas calamidades. Realmente, a veinte ar1os del último incendio de 1943, una edición como ésta representa la culminación de un poderoso esfuerzo reconstructor del primer centro bibliográfico del Perú, hoy en altísimo nivel de recuperación. De: Revista Nacional de Cultura. Año XXVIII, N 9 173. Caracas, 1966. NUEVA LECTURA DEL VIEJO MERCURIO PERUAi'<O por ESTUARDO NUÑEZ Alguna vez d¡jo Bartolomé Mitre que en el :Mercurio Peruano se produjo "la revelación de una conciencia autonómica que despertaba" y como su aparición data de 1791, debemos convenir en que la aparición de ese órgano de cultura hubo de tener no poco influjo conti– nental sobre el proceso de la independencia americana. El Mercurio tuvo la estructura de una revista de ideas, con entregas bisemanales y se publicó ininterrumpidamente durante cuatro años consecutivos (enero de 1791 a diciembre de 1794). Servía de órgano a la Sociedad Amantes del País, entidad fundada poco tiempo antes, de estructura semejante a otras que aparecieron coetáncamente en ciudades importantes de América hispánica como La Habana y México. Después de la desaparición del 5Herwrio Peniano -precipitada por la privación del apoyo virreynal, dado el sesgo de su acción ideológica inclinada a un peligroso nacionalismo– y del Diario de Lima, que existió desde 1789 hasta 1793, el Perú no volvió a tener periódicos hasta que Guillermo del Río empezó el 2-1 de mayo de 1798 a editar la Qazela de Lima, que vivió hasta 1804. El 'J\1erc11rio Peruano sirvió como primera tribuna a los futuros ideólogos de la inde– pendencia como José Baquijano y Carrillo, el P. Diego Cisneros y don Hipólito Unánue, entre algunos más. En sus páginas empieza a surgir (envuelto todavía en cierto enciclopedismo afrancesado) el sentimiento y la conciencia de la nacionalidad, primera actitud que más tarde ha de trocarse en un declarado ideal de autonomía. Resulta interesante seguir en la relectura (que promueve una reciente edición facsimilar y completa llevada a cabo por la Biblioteca Nacional del Perú) algunas coordenadas de interés para la historia de las ideas en América. En 1789, Jaime Bausate y Meza, a quien se debe una traducción de [os 1ncas de Marmontel, fundó en Lima el primer periódico, titulado Diario de Lima rnríoso erudito, eco– nom1co y comercial. En 1791 apareció también el Jrferrnno Peruano que no fue un diario, pero sí tuvo detemlinada periodicidad: aparecía los jueves y los domingos.

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