Boletín de la Biblioteca Nacional N° 43-44

24 comprende también a los hombres. Se afirma de este modo el orgullo patrio: las consecuencias de tal afirmación eran perfectamente previsibles a muy corto plazo ¡Tardaron más de la cuen– ta: casi treinta años! Pareciera como que, después de asentado su prestigio científico, los "mercuriales" cre– yesen posible darse el lujo de solazarse literariamente. Así, en el número 19 del 7 de marzo de 1791 se registra seis décimas graciosas cuyo tema es "El faldellín de las limeñas". Lo atribuyen a un "Gentil Hombre del Excmo. Señor Embajador de Alemania", que naturalmente no lo había ante el virreinato, y va precedido de unas líneas en las que se elogia a las limeñas diciendo de ellas que "son de una hermosura igual o superior a las bellezas más decantadas de Circasia y Mingrelia". El faldellín era al parecer, tanto como la saya y el manto, una parte importante de esta belleza, por la gracia con que lo confeccionaban y usaban. Dice el poemita: Es, amigo, el faldellín una especie de canasta que toda limeña gasta en el coche y el festín: es de tisú, de espolín, de Terciopelo o Bayeta; y quanto más se le meta De papel y de sedazo Dexa mejor regazo Y la pierna más perfecta. La Ballena y embutido Lo hace hueco y movedizo: El ítem más del postizo Le da un viso más cumplido. En mil pliegues dividido Mucho género resume; Sin que nada se consume Le entran más de quince varas, Bien que lo gana a dos caras La linda que lo presume. La Tirana y la Bandera, Que son listas sobrepuestas En sus extremos dispuestas, Es invención hechicera. La moda aquí es duradera, Poco añade y poco quita; Con todo, a una visita No vi nunca a una Madama, Con una gala de Lama Que no sea nuevecita. Son Trescientos patacones Y cinquenta para picos, Un faldellín de los ricos Vale siempre en Bodegones*, * La nota del '.Mercurio dice: "Cale principal del Comercio de Modas", en Lima, se entiende. Además, no se olvide, añadimos nosotros, era la calle de los cafés más famosos, LAS