Boletín de la Biblioteca Nacional N° 43-44

23 En 1778 se abrió otro café en la calle de Los Plumereros, y en el 788 el de la calle del Rastro. Como se ve, en alrededor de diecisiete años, Lima vio aparecer la institución del café y crecer tanto que al cabo de ese lapso contaba ya con seis cafés, proporción asombrosa para una ciudad de las dimensiones y composición de esa época. En los cafés se disponía de mesas billar y de truco. Parece que el ruido que ahí se hacía empeza a inquietar al vecindario. Se apunta que en tales calles no resaltaban por su decencia. La ciudad, desde Amat, o sea desde la época de la iniciación del Iluminismo, había perdido su circunspección, si es que no la había dejado de practicar desde comienzos de siglo, cuando menos, si nos atenemos al tes– timonio de Frezier y de Ulloa. Este mismo número 12 del :Mercurio trae un artículo complementario del anterior, sobre los excesivos gastos de una tapada. Los "mercuriales" parecían resueltos a moralizar de cual– quier modo. El corresponsal que les dirige la carta acerca de los despilfarros de su mujer, si bien es cierto que nos ofrece un cuadro tentador de los usos y costumbres de la alta sociedad, revela también no poco sobre el estado financiero a través de sus quejas: "Yo, Señores, tengo poco más de mil pesos de renta que, con otros agre– gados (algunos maldicientes suelen llamar manos puercas) llegan anualmente a dos mil. Aseguro a Vms. que quisiera tener millones para ponerlos en manos de mi esposa, pero no hay más de lo dicho. Aquí entran, pues, mis trabajos: ella no pierde comedia; ella los Toros ha de tener galería; en tiempo de in– vierno, lomas y más lomas, amancaes y más amancaes *, y por fin de fiesta ha de ir a ver el rodeo de Atocongo, o se viene la casa abaxo. En verano, to– das las tardes a la Piedra Lisa. Regularmente se baña con una camarada, y después del baño acude a la Picantera, la arrocera, la del zanguito con yuyo, las fruteras con todas las demás zarandajas qne por ahí se van pregonando Quien desee informarse acerca de las frivolidades de la Lima del siglo XVI!I, y com– probar la veracidad de las diatribas del andaluz Esteban de Terralla y Landa, quien publicada su Lima por dentro y fuera precisamente en 1792, debería anotar con sumo cuidado los por– menores de este documento original, instructivo y ameno. Así mismo ahí está una de las fuen– tes de las 1radiciones peruanas de Palma, y la mejor comprobación de los relatos de Ulloa y Frezier. Los exegetas de Mercurio Peruano no han saboreado a fondo manjar tan sabroso y nutritivo. Los números '13, 14 y 15 están dedicados en buena parte a discutir el asunto de como se hacían los sepelios, si eran lí.citos los entierros eclesiásticos, y acoge uno de esos número el 15, una Oda bastante bien compuesta de don Bernardino Ruiz (Anticiro), uno de los "mercu– riales". Dicha Oda se basa en una de Horado. Los heptasílabos y endecasílabos discurren con majestad y armonía: si Ruiz hubiera persistido en ese tono y no hubiese caído en los extre– mos prosaicos que lo representan en el Parnaso Peruano de don José Toribio Polo (1862), tendría un sitial entre nuestros poetas. Como colaboración típicamente literaria, los números 16 y 17 reproducen el proemio del Capitán Diego Rodríguez de Guzmán a las "Academias" del virrey Castell dos Rius, proemio que fue reproducido por Palma en su edición de 'Jlor de Academias (Lima, 1899), que es como él tituló su colección de actas de las sesiones nocturnas celebradas en el Palacio de Gobierno por el Virrey y unos cuantos ilustres amigos literatos, entre los año de 1709 y 1710, en cuyo comienzos falleció el gobernante. De esta suerte el :Mercurio Peruano, ampliando su radio de acción, contribuía no sólo al conocimiento geográfico y físico del Perú sino también al de su pasado literario. El tema parece que provocó el entusiasmo patriótico de los redactores. En el número 18 se inserta un trabajo sobre el P. Juan Pérez de Menacho (1565-1626), ilus– tre predicador y filósofo limeño, lo que da motivo para exaltar el >'alor de los "héroes" (sen– tido carlyliano) nacidos en Perú, y destacar la importancia también patriótica del Epitome de León Pinelo La Lima fundad de Peralta y La Estrella de Lima de Echave y Assu por su fer– vorosa presentación de los escritores y hombres públicos peruanos. El nacionalismo mercurial

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