Boletín de la Biblioteca Nacional N° 43-44
14 cuando otros peruanos como Viscardo se habían declarado ya abiertamente en tal sentido, los hombres del :711ercurio son "precusores" de la Independencia en varios de los sentidos y con– tenidos que podemos darle a ese concepto. Y es interesante observar que el arequipeño Viscar– do y Guzmán, en el destierro europeo, refuerza con el ejemplo del :711ercurio Peruano su ar– gumento de la madurez intelectual americana en su encendida apelación a la autonomía. Cualquiera fuese la influencia efectiva del 5Hercurio, ella llegó al conocimiento de las autoridades españolas y, aunque no está probado documentalmente, es probable que el recelo ante un testimonio tan elocuente de regionalismo americano trocara el inicial entusiasmo del Virrey Gil de Taboada en la indiferencia y en la deliberada falta de apoyo económico que siempre se aduce para explicar la muerte de la revista. Las gacetas y los papeles periódicos eran expresiones características de una época tan entusiasta por la difusión de los conoci– mientos, los viajes, la literatura social, la pedagogía, el periodismo. Pero aun los gobernantes del despotismo ilustrado, como escribe el Virrey de México Matías Gálvez, consideraban que estas gacetas y revistas eran útiles siempre que se concretaran a difundir "noticias indiferentes", porque era muy conveniente "dar materia inocente en que se cebe la curiosidad pública"; y no debió parecer tan inocente una publicación que defendía con tan vehemente elocuencia todo lo americano frente a los gratuitos ataques de algunos científicos europeos y que en materias concretas como las reformas pedagógicas se pronunciaba con la rotundidad y el rigor del Rec– tor del Convictorio de San Carlos, don Toribio Rodríguez de Mendoza. Al margen, en fin, de la influencia política, y social que el :711ercurio Peruano pudo tener en su tiempo en el Virreinato peruano y el resto de Hispanoamérica, el nombre y el mensaje de esa primera re– vista dieciochesca han perdurado en la vida cultural peruana de los siglos XIX y XX: bastaría citar al periódico del mismo nombre que José María Pando y Felipe Pardo y Aliaga publican en los primeros lustros republicanos y a la revista fundada en 1918 por Víctor Andrés Bclaún– de y que aun perdura, a la que podríamos llamar con propiedad el nuevo :711ercurio Peruano puesto que al nacer se acogió al espíritu de la de Unánue y Baquijano. La reiterada solicitación del público es la quinta razón que se aduce para justificar la tarea de difusión de los principales impresos y manuscritos que se guardan en la Biblioteca Nacional a través de ediciones facsimilares como la presente, o de otro tipo. Esa razón tam– bién se cumple en el caso del viejo .'.iHercurio Peruano. Acuden a revisar las contadas coleccio– nes que se conocen: los alumnos de los últimos años de la secundaria, que en el desarrollo de por lo m~nos dos asignaturas de Historia del Perú (Emancipación y República e Historia de la Cultura Peruana) reciben noticias de la célebre publicación limeña; los alumnos de las Facultades de Letras que en sus cursos de Emancipación deben estudiar detenidamente el :711ercurio Peruano como un testimonio precurso; los profesores secundarios y universitarios; los investigadores de nuestra historia cultural; !os periodistas, que reconocen en el :711ercurio uno de los hitos iniciales y más ilustres del periodismo peruano y en Jaime Bausate y Mesa y Jacinto Calero y Moreira (editores del Diario de Lima y del :Mercurio Peruano, respectiva– mente) a los primeros periodistas peruanos propiamente dichos. Cuantos han precisado la con– sulta directa de los tomos de la revista limeña, hasta hace poco inasequible, la tienen ahora a la mano por la limpia edición facsimilar que comentamos. Una colección peruana de primer orden y de múltiple interés científico y cultural, de la que muchos hablaban por referencias indirectas, podrá estar ahora en contacto directo con el público, y los investigadores podrán extraer de ella una significación y un mensaje en muchos aspectos vigentes. Por lo demás, para el estudio detenido del :711ercurio Peruano contamos con una biblio– grafía abundante y valiosa. Hay estudios generales sobre el pensamiento del siglo XVIII y la filosofía de la Ilustración, como los de Paul Hazzard, Ernest Cassirer y Benno Von Wiesse; las monografías medulares sobre ese período en el Imperio español, como las de Serrailh y Sánchez Agesta; ensayos parciales como el de Silvio Zavala sobre la repercusión del tema americano en el espíritu francés del XVI!l, el de Withaker y otros escritores norteamericanos sobre diversos aspectos del enciclopedismo en Hispanoamérica; biografías amplias que abarcan la problemática de la época, como la magnífica que Marcelín Defourneaux ha dedicado al Ji-
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