ticioncs, como la de comprar en 750 francos los 52 volú–
menes de la edición que acaba de hacerse en París de las
obras de Víctor Rugo, constantemente solicitadas por
los lectores universitarios ele la facultad de Letras,
y
la de
invertir 250 soles en obtener la
F lora peruvi;ina et chilen–
sis
de Ruiz
y
Pavón, obra de provechosa consulta para
los alumnos de la facultad de Ciencias. Gastamos en un
año, para adquisición de libros, menos de lo que cada una
de las tres repúblicas cuya superioridad bibliotecaria re–
conozco, invierte en un mes. Con mezquinos recursos no
se puede aspirar
á
la realización de gran adelanto.
Insisto en llamar la atención de
US.
sobre el conteni–
do de este parágrafo,
á
fin de ·que si el Supremo Gohierno
lo encuentrajustificado obtenga del Congreso siquiera la
duplicación de la partida.
VIII
CERVANTOFILIA
Con motivo de la celebración del tercer centenario del
Quijote,
nació eH muchos de los bibliotecarios de América
el anhelo de formar una seccíón que contuviera las más
notables ediciones castellanas de la inmortal novela, tra–
ducciones en los dieziocho idiomas en que se ha vertido,
y
los principales estudios
y
críticas que élla ha motivado .
Dispertóse también en mí la aspiración rle que la Bibliote–
ca de Lima no quedara rezagada en esa competencia,
y
he acometido la ardua labor, sin solicitar recursos del Te–
soro fiscal,
y
fiando solo el éxito
á
la buena voluntad de
mis relaciones personales con cervantófilos del extrange–
ro, que han obligado mi gratitud respondiendo con gene–
rosos obsequios
á
mi empeño.
Así hemos alcanzado ya
á
poseer las másvaliosas edi–
ciones castellanas, como las de la Academia, la de Sancha,
la de !barra, la de Argamasilla hecha con tipos de plata,
la en miniatura que públicó en París, en 1827, don Joa–
quín María Ferrer, capitán que fué en Lima del batallón