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tj'l
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r o
po<lriamos <lesconocer cuan dificil
es
modificar
los
-sistemas estab le1·.idos <le cualquiera naturaleza fueran ,
ó.
proponer otros cu.anclo
tuviesen por objeto ha.cer va–
riar
ó
contrariar costumbres
ó
usos que desde muchos
ulí.osla
práctica ha formado
y
consolidado como una
necesidad. Y
cuando median intereses individuales,
hasta los sentimientos racionales se confunden con la
<luda
ó
la creencia que se quiere perju<licarlos, aun cuan.
Jo tales modificaciones se dictaran para prouucir efectos
muy
diversos.
La
reorganizacion de
los sistemas <le
-a d m in istracion rural tal como la prnp nemos; se in tro-–
d ue irá sin afectar n inguno de los intereses sociales q
UP.
i ntervienen. Si fuese de otro modo se repet.irian las perQ
turbaciones sociales que siempre han tenido pábulo
e11
tüdos
es tados ,
cuando se
ha
t ratado de
e~to,
los que
muchas veces reagravaron el mal
á
que se trata<lo <le
poner remedio.
Pues
bie11,
creemos
que
la introduccion de la in<lu s–
tria del gusano de seda en el Perú, vá
á
iniciar esta
reorgán izacion sin nece:Si<la<l de herir el <lcrecho <le pro·
pieda<l
<le nad ie; po·r el co11trario
es.tederecho
serfl
mejo r gJ.rantido. Las dificultades que son c0nsccuentes
se superan sin
<luua
si se considera que las innovaciones
q ue se ván introduciendo en nues t ro s iglo
pot~
la industri a
ó
la mecánica, los forro-carriles , el trabajo habiéndose
mnltiplica<lo,
ha podido dará conocer mejor su imp r–
tanc ia. Así, este vá poco
á
poco
á
colocarse
ei1
el
1uga r
1ue
le co rres pon de con res pee to
á
los <lemas ele–
me ntos <le la producci()n. Esta verdad que se ha desc o–
noci<lo ante;:;, ah rase atiende p or el mismo interf>
del
productor,
pue~
que nada valdrían
los demas agen–
tes de
la pro<luccion sin el
trabajo,
y
por su mismo
·meré$ productores
ó
prooieturios irá n
rE'particn<. o lo