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Así es que para los primeros años aunque se quiera, no
seria posible ocupar muchos brazos. Y sucede lo mismo
con respecto al cultivo del gusano. Este se hace tal vez
al aire libre en el Perú,
ó
en las habitaciones
y
en horas
determinadas del dia y de la noche, en las cuales se le dá
de comer
y
se le atiende, procurando que esté limpio. EL
cultivo
ya
sea que se haga repartiendo Jos gusanos por
pequeñas porciones que quedan bajo. el cuidado de uno,
dos ó tres trabajadore3, ya por canti-dades mayores de 15
ó
25,
6
tal .vez en comun con todos los trabajadores de
una hacienda, es preciso estudiarlo
á
fin de determina1
á
cuál se debe dar la preferencin segun las circunstancias de
localidad. Sea cual fuere este método que conviene prefe–
rir, interesándose al trabajador en el resultado, puede,
ántes de salir al trabajo en las horas determinadas, ha–
berle dado de comer al
gu~ano,
y hacerlo de la misma
manera
á
las horas de almorzar y comer
y
los dias de
fiesta, que puede dcdicrrlos
á
e:::;o. Concluido el día del
traba,jo que es dedicado al patron, tiene aun · tiempo de
recojer las hojas de las moreras para alimentar el gusano
de seda, pues hay tiempo, atendida la costumbre que este
coucluya siempre unas dos horas ántes de la noche. So lo
en
la
Ú I
tima edad del gusano e11 que se requiere mas can–
tidad de hojas , se necesita de muchos brazos. En esta f's–
tacion del gusano,
y
durante doce días que es el tiempo
que ella dura, nu puede ser <1e pe1juicio
á
cualquier cul–
tiva, desprenderse de la mitad de los traba,jadores para
el del gusano de seda, destinando la otra para los trabajo-s
d el fondo. Para la cos euha, es tan insignificante el trabajo
que requiere, que puede hacerlo el trabajador sin perju–
<l
icar de ningun modo al patron.
No hemos hablado de los habitantes de la sierra que
en
alguna
localidad determinada
se emplean en los