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bien una herencia muy desordenada para poder orga–
nizar actualmente
la
administracion del trabajo.
El trabajador se ha encontrado de repente libre
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igno–
rando completamente los deberes que debían ligarlo con
aquella sociedad cuyos derechos habia renunciado, aun
cuando estaba en posesion de ellos desde muchos siglos
a
tras.
Üesconocidos estos, abusando de la libertad, se abando–
naron los trabajadores
á
solo sus instintos,
y
sus conse–
cuencias no solo
á
ellos mismos han perjudicado, pues esa
poblacion se ha disminuido notablemente por Jos vicios
excesivos
y
desordenados, sino tambien
á
los <lemas inte–
reses sociales. Aparte los de
la
agricultura por haberse
repartido la mayor parte de los esclavos que quedaron en
las poblaeiones,
y
como no habian sido criados para los
oficios de aquellas, ha resultado que solo determinadas
ocupaciones pueden desempcí1ar, no perpetuando sino el
aumento de la imoralidad
y
del 6cio que han tenido consi–
go. Este es el triste cuadro que tenemos
á
Ja vista pintado
por la inoportunidad de los medios empleadus para la
supresion de la esclavitud.
Ahora bien, dos son los medios que se nos ocurre des–
de luego
y
que pueden contribuir
á
·iniciar esta clace de
trabajadores en un sistema mas ventajoso para sí,
y
por
lo tanto mas propio para la agricultura. El primero que
es la instruccion, aun cuando sea el mas seguro, es sin
embargo 1ent<.• en sus resulta.dos prácticos; el segundo,
que es el estímulo al interes bien entendido, para que
consigan su bienestar, es mas pronto
y
puede mejorar
notablemente la clase pobre, cuando no se descuidase el
practicarse de igual modo el primero. En todo caso, lo
que coJJtri buye podP-rosamente al mejora.miento de esa
clase es, el ejercicio de los sentimientos humanos
y
de
civismo.