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imprevision causaria tambien la pérdida del capital pri–
mitivo.
Estas censideraciones que se ligan con las que hemos
expuesto en el capítulo anterior, deben persuadir
á
los
agricultores que del mismo modo que en los cultivos es
indispensable establecer el equilibrio lo es para la segu–
ridad e11 la renta. Para conseguir ésta, sin perturbar el
órcien establecido, con vendria sobre todo separar anual–
mente una parte <lel beneficio que se obtiene Cle las pro–
ducciones del cultivo, y como alcancía, por decirlo así,
invertirla en el mismo fundo exclusivamente en mejoras.
Entre éstas, nada po<lria convenir mejor que la intro–
duccion
dtJ
cultivo <lel gusano <le seda, pues no se re–
quiere la in version desde luego de grandes capitales,
sino qtte esta se hace tan iasensiblemente que ni se
percibe ni causa perturbacion en el órden económico
administrativo establecido en el fondo. Ning un capital
tampoco podría invertirse con mas provecho que en las
plantaciones <le árboles cuyo producto aumenta ayudado
mas bien de los elementos naturales que del hombre .
Una vez plantadas las moreras es muy insignificante el
gasto de su cultivo comparativamente al producto que
rinden. El capital de mayor cons ideracion que se re–
quiere para la construccion del edificio, tampoco pue<le
perjudicar la marcha de los cultivos en curso, desdt:> qn.e
pueden prepararse tos mdteriales poco
á
poco, y Ja cons–
truccion se hace ya cuando las moreras empiezan
á
dar
producto. El propietario se encontra.ria en poco tiempo
é
insensiblemente con una valiosa renta representada por
un fuerte cápital, que en realidad no ha invertido para
conseguirlo sino muy pocos valores, habiéndole ayudado
en esto el ti rn po los elementos naturales.