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euenta invertir capitales cuyo provecho no podrian sacar

en el límite ele tiempo que se estipulen los arrendamien–

tos. Hay sin embargo dificultades que se interponen, para

que el propietario <le América distraiga sus capitales de

1as explotacio11es estn,blecidas ó disponga de otros para,

esta industria.

Es sensible decirlo, pero hay hechos que provienen de

la falta de conocimientos económicos qne perjudican la

Agricultura

y

que se repiten entre los americanos. Gene–

ralmente en la a.dquisicion de la propiedad se buscan las

grandes extt::nsiones de terreno sin contar con el capital

proporcionado al dominio que se adquiere para trabajarlo

segun sus circunstancias. Desde luego el capital de compra

representa menor valor tan luego , como no

s~

invierten

capitales para explotarlo, ó que se paga un interes cre–

cido por los que se toman

á

mútuo, el que difí–

cilmente, en término medio, puede producir una com–

pensacion con los productos de la Agricultura. En verdad

que para seguir las explotaciones se cuenta con los pro–

ductos sucesivos del fundo; pero este modo de trabajar

produce grandes apuros. Los trabajos, haciénd,Jse mal

ó

en mal tiempo, contribllyen

á

las pérdidas.

· En Europa no sucede así, no solo porque el agricultor

instruido sabe distinguir bien que poco valor tiene el

terreno sin tener los capitales

y

los trabajadores propor–

cionados para poderlo explotar, sino porque

allí.

se nece–

sitan menores capitales para las explotaciones, atendidas

las muchas mejoras que se encuentran en el fundo que se

adquiere. No existen estas generalmente en América. El

casco del fundo es casi siempre

pelado.

Así es .que el pro–

ducto no se puede estimar con seguridad, sino por los

capitales muebles de que se puede disponer.