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las cosechas que varian ó se pierden algunas veces. 1 con

todo eso repetimos que las cosechas pronducen en ge–

neral utili<la<les crecidas y los cultivos del algodon sa

extienden.

Lo que influye tambien de un modo directo en deter–

minar la preferencia para el cultivo del algodon, es que

los capitales que son necesarios para su explotacion, pue–

den reducirse fácilmente en capitales muebles del mismo

modo que los otros que se invierten para el cultivo, vuel–

ven pronto

á

reembolsarse por los agricultores. Ademas

es fácil calcular el monto de estos capitales

y

la ganancia

en el resultado de la especulacion, desde que hay poca

distancia entre la siembra

y

la cosecha. Así es que aun

cuando se exigen para emprender el cultivo del algodon,

grandes extensiones de terreno, muchos trabajadores, rn u·

chos capitales

y

máquinas especiales de costo, se ha ex–

tendido con mas prontitud que el cultivo de la seda, aten–

dido tambien

á

que los capitales que se requieren para

ella deben tener una colocacion . distinta de los que se

invierten para el algo<lon.

Aunque el cultivo de la seda da el mismo resultado

del algodon empleándose las

!

partes ménos de terreno

de tril bajo y de capitales, la inversion de estos que

s~

requiere para plantear la especulacion, debe considerarse

como abandonada por algunos años ántes de producir.

Estos capitales consisten en plantaciones que no dan

desde luego provecho, como no lo dá el terreno en que

se plantan, atendido el sistema especial de separarlos de

los <lemas cultivos de la Agricultura

y

que conviene

que prevalezca por t'Jgun tiempo este sistema en Amé–

rica. Hay que gastar tambien poco

á

poco otros ca–

p itales para cultivar las plantas. Est0s capitales no

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