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instruyé ndolos de viva voz sobre el modo de educar las
plantas y cultivarlas. Lo mii;mo se pued_e decir por el
cultivo del gusano que no se atiende, salvo muy raras
exce pciones.
Con estos antecedentes, lo que ha sucedido en Ca_li–
fo rnia en la última cosec·ha, no po<lia menos que repetirse
parcialmente en
Chil~,
por la pérdida casi en su tota–
lidad de los cultivos dei'gusano de seda en este año.
T enemos noticias de las plantaciones de moreras que
se han emprendido en la Repüblica del Paraguay, en la
Argentina y <lel Uruguay, como en el Ecuador, y <lemas
repúblicas, y segun se nos ha asegurado solo una que
otra, muy rara, son las que se atienden por personas de
conoc imientos especiales, y puede dar alguna esperanza de
res u
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ta do. Para la generalidad se repite lo mismo que ha
s ucedido en California, <lescle que se ha emprendido una
especulacion in<lustrial, sin emplear los elementos mate–
riales del caso, ni
te1ierse los conocimientos que se
re11uieren.
El mal estado general pues en que se encuentran las
plantaciones de moreras, viene de la falta de conocimien–
tos para reme<liarlo, y de algunos capitales, que intro–
duciéndose, po<lria completar lo que se ha inicia<lo. Por
esto que se deduce un triste conocimiento del porvenir
de esta importante indusiria en América, hasta cuando
se le proporciona. los medios de accion, que son propios
para conseguir la produccion, y que todos és tos se hagan
funcionar con armonía y regularidad
á
la consecucion
de l fin, lo que ahora falta como vamos
á
probarlo.
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