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de aquellas semillas. Esto mismo ha sucedido en Chile.

Nosotros dimos muchas semillas

á

los agricultores

in~truyéndolos <le

vi va voz

y

con publicaciones especiales

sobre su cultivo. Mucha otra semilla fué

introducida

por varios comerciantes, otra se recocoj i6 <le los árboles

grandes que hay en Chile. Si hubiésemos contado sohre

el resultado de estas sementeras

y

sobre la crianza de

moreras que hubiesen hecho los particulares para ex–

tender el cultivo del gusano de seda, por cierto que nin–

guno se habría conseguido en muchos años.

Es cierto que el Gobierno <le Chile estableció hace años

en la Quinta Normal la enseñanza del cultivo de la morera

y del gusano de seda, pero despuP.s lo ha aba·1donado de–

jando que se practicase este cultivo, dt> cualquier mo<lo,

lo que se hace de un modo tan impropio, que mas val<lria

abandonarlo del todo para no perpetuar malos ejemplos.

Da lástima ver el descuido que se encuentra eft las planta–

ciones de moreras en aquel establecimiento

y

sobre todo

la indiferencia con que mirµ el Gobierno esta industri a

des<le que no le presta ninguna proteccion, ni tampoco

en la enseílanza especial

ó

geiieral de la Agriculturn .

Pero rniéntrns los cultivos de la morera

y

<lel gusano de

seda están aban<lona<los, lo está <ld mismo mo<lo la Quin –

ta Normal, <les<le que yo he dejado

la •lit eccion de aque l

establecimiento.

A

nadie sin embargo debe .estrañar qu e

en varias memorias anuales que el Mini8tro del ramo

presenta al Congreso Nacional, _se hagan pomposas ex–

posiciones del resultado <lel gusano de seda

ó

de tal

ó

c ual otro ramo, porque en realidad no son mas que otros

d e los cuentos de las ((Mil

y

una noche.>J

Del mismo modo que el Gobierno, muchos de los p ar–

ticulares plantaron las moreras,

y

hs descuidaron

á

pe ~

s ar de haber hecho varias publicaciones despues,

é