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de los Estados, no hayan a<lopta<lo sin embargo las

medidas más conducentes, no solo

á

su establecimiento,

sino en especial

á

su buena explotacion, de ambas ma–

neras .se han multiplicado las <lificultadGs.

Harns son los gobiernos que han empezado por esta–

blecer la enseñanza fundando siquiera un es taolec imiento

propio para vencer las primeras dificultades por medio

<le cultivos esperimentados, aun cuando los cultivos que

se hubiesen hecho por el Estado, hubiesen producido

pérdidas que son naturales

á

los que son los primeros

que introducen una industria desconocirla. Poco

ó

nada

import1ria para cualquier país esta pérdida, comparati–

vamente

á

la grande utilidad que se traerían para las <loc–

trinas q 11e proporcionaría el establecimiento por la imita–

cion acertada. Asi es que tales pérdidas en lugar <le su–

frirlas uno solo, lo qne habria sido insignificante, se

han genera.lizado haciéndose incalculables..

Ni los otros medios que han ÍRtroduci<lo algunos go–

biernos, pueden

·COiil<l

uc.i.r al iin. Hemos leido hacen po–

cos meses en los periódicos, que el Gobierno del Ecua–

<lor ha pedido

á

Francia una cantidad de semilla de mo–

reras, para distribuir entre las poblaciones,

á.

fin <le ge–

neralizar las plantas con el menos gasto. Acompañaba

á

esta semilla una instruccion detallada, qne tambien se

publicó sobre el modo d e sembrar

dich~

semilla y cultí·

var las plantas de moreras, la que escrita

811

Paris

y

para

J>aris no llena su objeto euando se quieren hacer practi–

car aquellas prescripciones en el Ecua<lor. Ilabria sido

de desearse que con la semilla y las prescripciones, hu–

biesen ven ido tamLien algunos obreros para practicar-

1as, pnes por no haberse hecho esto, es sensible decirlo,

pero es de presumírse, muy pocas plantas se lograran