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Hay quienes creen que por leer uno que otro libro qui–
zá plagado de errores, ó que con observar superficial–
mente uno que otro cultivo talvez ma'l hecho;
ó
que con_
saber que en otra parte este cultivo produce mucha uti–
lidad, tienen lo bastante para decidirse
á
una especula–
cion, prometiéndose de ella pingües productos.
Algunas veces la constancia y los capitales que se
inviertan pueden dar en tal o cual industria resultado
fa–
vorable con el tiempo, pero en esta en que se requieren
ademas los conocimientos teóricos y práctieos del caso,
para superar las dificultades que están en la naturaleza
misma de esos cultivos, faltando estos conocimientos los
i·esultados tienen que ser funestos. En efecto, este modo
Je emprender la especulacion siendo eventual, ha pro–
ducido ya en varias partes desengaño.
En Mendoza por ejemplo, desde tiempo atras se ha
abandonado este cultivo despues de haberse plantado
muchas moreras,
y
cosechado seda. Lo abandonaron tam–
bien otros varios en diferentes estados,
y
habrán otros
que lo dejarán de seguir, porque las pérdidas se repitirán '
y
desconfiarán de aplicar los medios para repararlas,
des·
ele que dependen de los conocimientos propios de que
carecen.
Lo que es mas sensible es que algunos gobiernos no
hayan tratado de alentar
á
los bien intencionados en la
lucha que se establece entre el deseo de planttificar la
i.ndusdria
y
las dificultades que presenta,
á
fin de que
puedan, ayudados así, vencer estas é impedir el d esa–
liento que fácilmente cunde entre los cultivadore:-i cuando
se ven abandonados
á
su& propias fuerzas. Sensible es
tambien que los Gobiernos que han comprendido la im–
porta ncia tle esta industria
y
su influfncia en el porven ir