Literatura, imaginación y silencio
73 de censura que no toleran la potencia de las ficciones para instaurar imaginarios alternativos que no tienen por qué someter su libertad a moralidades únicas y au- toritarias. Otra zona preocupante en relación con las operacio- nes desficcionalizantes tiene que ver con la utilización de lo ficcional como envase de discursos banalizados de las neurociencias. Abundan en estos días propuestas edi- toriales o portales educativos que utilizan la ficción para introducir la llamada «educación emocional», que pre- tende direccionar las «emociones incorrectas» hacia las que estas perspectivas consideran apropiadas; una suerte de «emocionocracia», neologismo con el que busco cer- canía fónica y semántica con el término «meritocracia». Hay un portal educativo argentino que pertenece a una fundación dedicada al cruce entre educación y neuro- ciencias y que dio capacitaciones pagadas por el gobier- no anterior al actual en la provincia de Buenos Aires y que en este último tiempo apoya movimientos que quieren legislar en torno a la «educación emocional». En ese portal hay una sección llamada «Neurocuentos infantiles» que ofrece adaptaciones de cuentos clásicos. Además de estar muy mal escritas e ilustradas y omitir referencias a las fuentes y la autoría de la adaptación y de las imágenes, incluyen terminología pseudomédica y farmacológica como en este fragmento de la versión de
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