Literatura, imaginación y silencio
72 no habría que achatar en las lisuras lineales de la lite- ratura «de mensaje», la que cuenta con un sentido de antemano y se limita a expresarlo y transmitirlo. La discusión ideológica se abre, por ende, al desafío de lo que pueda elaborarse en las lecturas; porque ninguna ideología (tampoco la de género) viene ya sellada y resuelta por completo en la escritura: son las lecturas, son los lectores, los que producen sentidos en los tex- tos, y pueden así generar tensiones y discusiones abier- tas y plurales. Toda lucha, y también la del feminismo, se enriquece de esta forma. De todos modos, la desficcionalización puede pro- venir también de ciertas operaciones de lectura que no ven a las ficciones como signos abiertos a sentidos diver- sos sino como espejos miméticos de realidades cerradas, monolíticas e indiscutibles. Un ejemplo de esta postura desficcionalizante fue el ataque, el año pasado, por parte de lectores adultos (llamados «padres»), al cuento «O menino que espiava pra dentro», de Ana María Macha- do, editado por Global en 1983 y distribuido durante todos estos años en una gran cantidad de escuelas y bi- bliotecas de Brasil. Se pedía a la editorial que retirara de circulación el libro ya que la situación de atorarse con una manzana para entregarse a su imaginario era consi- derada «apología al suicidio». Actitudes así son formas
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