Literatura, imaginación y silencio
47 (aquí una comparación que no se me ha ocurrido). Uno tras otro se fueron sucediendo cambios incluso en el limitado campo de un abrir y cerrar de ojos. En la mesa más joven, con una mano un día más joven había pan de ayer cortado de forma distinta. Las nubes como nunca y la lluvia como nunca, porque era con otras gotas que llovía. La Tierra giraba sobre su eje pero en un espacio abandonado para siempre. Duró sus buenas 24 horas. 1.440 minutos de ocasiones. 86.400 segundos que mirar. El cósmico savoir-vivre aunque calla sobre nuestro asunto, exige, sin embargo, algo de nosotros: una cierta atención, un par de frases de Pascal y una sorprendente participación en este juego de reglas desconocidas. En sintonía con este poema parece estar Carmen Pardo en el artículo comentado antes: «Tanto el silen- cio del lenguaje como el silencio que se introduce en la música suelen ser respiraciones que reclaman la aten- ción. Respirar será crear el hueco en el que la atención puede desplegarse» (párr. 5). Se trata de una atención sin intenciones previas, sin prejuicios; es decir, atender
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