Literatura, imaginación y silencio

43 el terreno de las políticas de la lengua, la discusión so- bre el machismo en el lenguaje escrito y hablado es otra señal del silenciamiento largamente naturalizado. En el silencio hacia y en las infancias, las violencias reales y simbólicas refuerzan dolorosamente la asimetría entre personas adultas y niños y niñas. Junto con las distintas figuras del silencio en su trama vital y política, es posible pensar la oralidad compartida y, en particular, la conversación, como una dialéctica de voces y silencios. Así como la escucha puede percibir cada voz como única, como una huella vibrante en el aire, también puede afinar la percepción para recibir los silencios como manifestaciones singulares. Estar a la es- cucha de las resonancias de lo que se dice y lo que se ca- lla es una disposición no tan frecuente en un habitus de la percepción y de otras modalidades del conocimiento en las que predomina lo visual y no tanto lo auditivo. En los actos de escuchar, el sentir puede abrirse a tonos, timbres, acentos, resonancias, ruidos. Los silencios de cada una de las personas que están escuchando vibran de un modo único, propio de cada escuchador o escu- chadora. El callar tiene infinitud de posibilidades que se brindan a nuestra recepción sensible si es que esta- mos disponibles. Esa disponibilidad puede pensarse, si la comparamos con la música, como la apertura a un repertorio tonal de silencios, arpegios del callar, a veces

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