Literatura, imaginación y silencio

34 flexión de voz, aprovechada por el que espera el mo- mento favorable (2001). La postura de escucha por parte de los mediadores y mediadoras de lectura que la tienen en cuenta y la valorizan está íntimamente ligada a esa espera. La escu- cha a la que me refiero no tiene que ver ni con la que se establece en una relación terapéutica ni con la que se da en intercambios marcados por la amistad, más allá de que en estos casos también se tenga en cuenta la pa- labra de los otros. Tampoco tiene que ver con aquellas formas de la escucha que solo constituyen una fachada marcada por una supuesta corrección de las formas o por la relación cordial de quien respeta los turnos de conversación, pero donde se busca ejercer algún tipo de control sobre los otros. Si pensamos en una visión de la escucha en consonancia con las reflexiones de Mijaíl Bajtín, escuchar supondría no fundirse o confundirse con el otro, sino el diálogo de dos culturas que «no se funden ni se mezclan, sino que cada una conserva su unidad e integridad abierta, pero las dos se enriquecen mutuamente» (Bajtín, 2000). Desde esta visión dialógi- ca de la escucha, podríamos afirmar que se trata funda- mentalmente de un vínculo de dos conciencias que se reconocen. Sobre todo, lo que importa en esta relación es la forma en que quien escucha atiende a las circuns-

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