Literatura, imaginación y silencio
33 Como ya mencioné, no es suficiente elegir textos que estimulen la actividad imaginaria si las propuestas de lectura con esos textos no «abren el juego» para que los lectores y lectoras puedan construir significados por sí mismos, ya sea a solas o en situaciones sociales de lec- tura. Abrir el juego supone no anteponer ni privilegiar la construcción personal de sentidos a las de otros, sino esperar sin ansiedad ni apuro ese despliegue en el modo y el estilo de cada uno y, sobre todo, crear una atmósfera que brinde confianza a los lectores y lectoras para que sus caminos de interpretación y de opinión sobre los textos se abran en múltiples direcciones. Muchas veces el temor al silencio en situaciones compartidas de lec- tura lleva a algunos mediadores y mediadoras a llenar el vacío con comentarios sobre el texto que pueden ser percibidos como la única lectura válida y, en consecuen- cia, el fluir de los imaginarios se debilita o apaga (al me- nos hacia afuera). Como dice David Le Breton: El silencio nunca es el vacío, sino la respiración en- tre palabras, el repliegue momentáneo que permite el fluir de los significados, el intercambio de miradas y emociones, el sopesar ya sea de las frases que se amon- tonan en los labios o el eco de su recepción, es el tacto que cede el uso de la palabra mediante una ligera in-
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