Literatura, imaginación y silencio
23 y, como adorábamos los perfiles graciosos el vino tuvo su nariz y la botella, un cuello largo y flaco. Incluso lo que estaba más allá lo rehicimos a nuestra imagen, le dimos un corazón a la ciudad, a la tormenta un ojo, a la cueva una boca para poder entrar y estar a salvo. La actividad imaginaria es tematizada en este poema en el que la soledad existencial es mitigada mediante el juego metafórico entablado con los objetos que nos ro- dean. Las metáforas de la vida cotidiana aparecen poéti- camente ligadas a las cosas como un lazo que nos une al mundo, humanizándolo, reduciendo su mero carácter de objeto. De ese modo, el fuego tiene lengua, la silla tiene espalda, la moneda tiene cara. No solo lo cercano puede ser mirado con otros ojos: como dice el poema, «incluso lo que estaba más allá lo rehicimos a nuestra imagen». El procedimiento metafórico puede observarse de manera gráfica en este otro ejemplo en el que dialoga la imagen con la palabra:
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