Literatura, imaginación y silencio

20 distintos lenguajes propios de la literatura infantil (y no solo en ella). El exceso en el decir y el mostrar debilita o, en los casos más extremos, niega el carácter estético de ciertos textos literarios y revela la desconfianza en la posibilidad de los lectores y lectoras de producir sentidos por sí mis- mos. Al desactivar silencios, sugerencias y opacidades, la actividad interpretativa es subestimada y reemplazada en forma excluyente por maniobras discursivas de los diversos enunciadores de esos textos. En oposición a estas decisiones textuales que, en dis- tintos grados, parecen temerle a la idea de lectura como acto creativo y autónomo, existen otras que apuestan por lectores y lectoras que participan del acto de leer, cocreando sentidos en direcciones múltiples. Pero no basta con textos abiertos a la coparticipación de los lec- tores y lectoras si cuando, en situaciones de lectura com- partida, se ponen en juego los modos de leer propuestos estos encarrilan los sentidos hacia senderos únicos o ca- llejones sin salida imaginaria. Me refiero a que, más allá de elegir textos potentes y desafiantes, si las preguntas en torno a estos o ciertas actividades propuestas llevan a respuestas previstas de antemano o refuerzan algunos preconceptos, la polisemia de esos textos es dejada de lado.

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