Literatura, imaginación y silencio

19 la interpretación se desvíe respecto a sentidos previstos, a veces dogmáticamente, forma parte de estos precon- ceptos que frenan un libre fluir de las lecturas. Predo- mina así una postura controladora de los sentidos que se manifiesta en decisiones visibles tanto en el plano de los textos literarios como en los modos de ser leídos. En el ámbito lingüístico, este posicionamiento puede encontrarse en explicaciones innecesarias que podrían resolverse con el contexto y el propio texto (en el que no se confía), así como en reiteraciones excesivas, preguntas retóricas que parecen inducir a una respuesta prevista de antemano, finales predecibles cargados de señales sobre cómo interpretarlos o apelaciones sobreprotectoras a los lectores y lectoras. En el lenguaje de la ilustración ello se evidencia en la redundancia de la representación gráfica respecto a lo dicho por la palabra, la sobrecarga infor- mativa (cuando no es una marca estilística sino un re- fuerzo explicativo) o el apego a estereotipos visuales. En ciertas decisiones de la edición, el exceso se manifiesta en la explicitación paratextual (en contratapas, prólogos, solapas, catálogos, anexos con actividades, entre otros) de supuestas intencionalidades (del autor o autora de la obra). Se obtura así lo connotativo y se intenta condu- cir las lecturas a «mensajes» predigeridos. Estas solo son algunas evidencias de cómo actúa la verborragia en los

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